Tuesday, May 24, 2005

:: g i f t . o f . s o n g s ::

Listening: Aleks Syntek - Sexo, Pudor y Lagrimas (3:58)
Mood: Breaking down happily© LolaArt.net

A veces no pienso,
me vuelvo tan frio y no estoy,
a veces me ausento de mis sentimientos
y luego sonrio,
recuerdo y me aferro a vivir
y a veces quisiera matar por tu amor
tan solo por un momento.

¿Alguna vez has regalado una canción? Es casi como dedicarla, pero para mi, regalar una canción es único. No es como dedicarle una canción a alguien, que puedo dedicarla millones de veces, pero se la regalo a una única persona, y sólo a él/ella.

Y las regalo en contadas ocasiones, porque esa canción se vuelve para siempre algo que me recuerda a la persona a quien se la regalé... y curiosamente, nunca puedo cambiar eso. Así que sucede, que si regalo una canción a alguien, de quien ya no quiero recordar nada, dejo de escuchar esa canción. Ya van tres así, que no he vuelto a escuchar nunca más. ¿Cuales?
  • The For Carnation - Moonbeams

  • Cold Play - Yellow

  • Audioslave - Like a Stone

A veces, los aludid@s ni si quiera saben que canción tienen, y sólo a una persona le he regalado más de una canción. Es una de mis muchas extrañas costumbres.

Esto viene al punto de que hoy decidí que TENÍA que salir de mi casa a toda costa. Sencillamente sentía que me ahogaba ahi. Y no teniendo ánimo de convivir, realmente no quedé con nadie para hacerlo. Sólo quería cansarme de alguna manera, salir, olvidarme de todo un rato y vagar sin rumbo. Cinco veces me preguntó mi hermano que a donde iba y las cinco veces me encogí de hombros y respondí con un "No lo sé, y realmente no me importa".

A fin de cuentas, la desición fué poco a poco, guiando mis pasos, una vez que tomé mi mochila, un libro y las llaves de mi casa, para salir corriendo, casi sin despedirme. De camino, escuché la canción de Aleks Syntek - Sexo, Pudor y Lagrimas, y de golpe, me vino a la cabeza a quien le pertenecería esa canción.
Y es que todavía no encuentro
lo que me seria normal
para darte mucho más
y entregarme por completo
sexo, pudor y lagrimas
me da igual.

Vagué distraida, caminando, sin rumbo y cuando caí en cuenta, estaba en Coyoacan. Seguí caminando, tratando de ver todo como si fuera por primera vez y con curiosidad olvidada de mi misma. Incluso, tengo una hoja de árbol de mi recorrido. Esa es otra de mis extrañas costumbres.

Así que compré un capuchimoka en el Jarocho, esperé a que enfriara un poco y me senté a leer Lavondyss un rato. Estuve ignorando todo, desde el latir de mi corazón hasta la gente que me rodeaba. Sólo quería desprenderme de mi misma, dejar de pensar en lo que pensaba y abstraerme en mi lectura, sin sentimientos ni emociones que empañaran las imágenes que esas palabras dibujaban en mi cabeza.

Ya casi al final, lo logré...

Entonces emprendí el camino de regreso a mi casa, mucho más tranquila, un poco insensible pero de buen ánimo. Incluso tuve mi pequeño momento hermoso y breve mientras caminaba de regreso. De ida, cuando empecé a despotricar, enumeré todo lo que quería de un hombre (lista extensa y sin sentido en varios puntos) y semejante lista incluía un cierto gusto por la lectura. Pasando frente del Starbucks de Miguel Angel de Quevedo, consideré la idea de sentarme a leer, con una nueva taza de café, pero desistí y seguí caminando.

En eso, con la mirada alternando entre la acera y lo que me rodeaba, me tope con una mano que sostenía un libro. Por alguna extraña razón, me llamó la atención y volteé hacia arriba, para ver quien era la única persona que había visto en todo mi trayecto con un libro en mano. Y me gustó lo que vi, aunque fingi demencia y seguí mi camino. Unos pasos más tarde, no resití la tentación, y aunque fuera sólo un vistazo más, giré para verlo de nuevo.

... Y curiosamente, él hacia lo mismo.

No pude evitar sonreir, pero a veces soy tan tímida que no me atrevo a nada. Peor aún, me cayó como cubetada lo que estaba haciendo y me reí de mi misma, con la enorme tentación de salir corriendo, una vez más, como alma que lleva el diablo. Pensé en hablarle y lo único que pude hacer, fué seguir caminando, hasta que lo perdí de vista, en mis ocasionales vistazos hacia atrás. Eso si, lo vi entrar al café y ya volveré yo un día de estos, a ver si lo veo de nuevo.

Ya llegando a mi casa, tras mi recorrido casi-maratónico, me razguñé la mano y empezó a sangrarme encantadoramente, para mi desmayo. No me areé demasiado y me topé con mi hermano y Rodrigo, también en la calle y saliendo mientras yo regresaba. Semejante encuentro dió al traste con mi salida, caray.

De cualquier modo, llegué a mi casa, escuché la canción y me convencí de aquien se la regalaría. Y probablemente él nunca lo sepa.


+Ain't life really something?+

[Your thoughts]

1 Comments: [Your Thoughts]

Anonymous Anonymous said...

Bueno... ya sé que tiene mucho tiempo que no sabemos nada una de la otra, pero estaba pensando en tí, y me di una vuelta por el blog.

Creo que tienes mucha razón, dedicar canciones es demasiado fácil y puede hacerse más de una vez, pero regalar una canción... eso sí que es especial, aunque muchas veces esa persona no lo sepa.

En fin Six, creo que sólo te dejo un saludo y espero verte pronto.

11:57 pm  

Post a Comment