:: d i s a s t r o u s l y . m e ::

Listening: Liz Phair - Why Can't I (3:27)
Mood: Duh!

Bien... Sucede que a veces, tengo esa enorme, tremenda e imperiosa sensación de que debería estar corriendo hacia el otro lado.

¿A que me refiero con esto? A que conozco a alguien que me gusta, que me agrada de conversar con él y me doy cuenta de que no somos indiferentes. Y luego veo todo lo malo que podría salir de eso, por que lo bueno ya lo he debrayado varias veces. Y entonces mi cerebro me dice "Corre! Hacia allá!!" y generalmente, ante tal aviso de la razón, me quedo.

Ei... Es medio estúpido, pero me mata la curiosidad. Odio arrepentirme de lo que no hago o digo, por lo que por mucho, prefiero enfrentar las consecuencias de mis tonterías. No es que me guste la mala vida, pero pensar en el hubiera me come por dentro. Así que de nuevo, cedo a mis impulsos y me quedo.

Isn't this the best part of breakin' up
Finding someone else you can't get enough of
Someone who wants to be with you too

Y hasta ahora, lo he disfrutado, tremendamente. Lo cual empieza a ser raro y bueno. Si, sé que debería de estar corriendo en dirección contraria, pero no me gustan las historias a medias...

Why can't I breathe whenever I think about you
Why can't I speak whenever I talk about you
It's inevitable, it's a fact that we're gonna get down to it
So tell me
Why can't I breathe whenever I think about you

Por otra parte, AL FIN PUDE VER "Nightmare Before Christmas". Increíble pero cierto, esa es una de tantas películas que tenía ganas de ver y nunca lo hice. Y que buena película es. Me reí, aplaudí, me divertí hasta las 2 am con ella, y escuché el fondo musical hasta las 7, cuando me levanté, me fuí a mi cuarto y dormí un rato. La compañía fué excelente también *guiño conspirador* así que lo único más que podía pedir, eran 5 minutos más... cada 5 minutos.

Pero tenía los WoE casi encima, según yo, y pues ya me resigné. Cuando por fin entré, según yo tarde, tras pelearme con mi máquina, resulta que eran una hora después. Rayos, se encimó con mi comida familiar del 10 de mayo el día 15, y había quedado de ver a mi tio antes de que se fuera al aeropuerto. Obvio, me quedé hasta tarde, llegué tarde a la comida y mi tío ya se había ido.

So, me fuí a arreglar su máquina y en esos 10 minutos, barrieron con comida, bebida y postre. Acabé con un plato de espaguetti que discretamente le pasé al perro porque sabía horrible y las bebidas de mi hermano y Rodrigo. Y después de lo que pasó, casi estaba hablando con la pared.

Silencio nervioso y a la expectativa.

Así que le hablé a Ana, llegó a conocer la casa de mis tíos, a mi familia, y descubrimos que encaja mejor en la mía que en la suya. La casa de mi tío es una casita de un solo piso, llena de folklore mexicano: reproducciones de cuadros de Frida Khalo, retratos de antepasados en colores sepia, enormes cuadros al óleo de mexicanos ilustres, fotografías familiares, una cantidad impresionante de libros, entre nuevos y viejos y la colección de santitos encabezados por San Charbel. Dice mi tío que en su cuarto "entra un santo más, y sale un borracho".

La casa ya de por si es adorable, con su porche de techo cubierto de enredaderas, ladrillos pintados de blanco y enormes vigas de madera, con una salita acogedora con todo y chimenea, pero todas las cosas de mis tios le dan un aire completamente 'sui generis' que la hace mexicanísima e interesante. Y mis tíos son iguales. Sobre todo Ney, que así se llama él (después de quitarse los otros 14 nombres con los que mi abuelo lo bautizó). Es una persona curiosa, inteligente, interesante y ansioso por aprender y conocer cosas nuevas, pero aunque a veces parece un poco estirado, es todo lo contrario. Esta a un paso nada más de ser un auténtico excéntrico, pero mi tía controla la mayor parte de sus excesos. Y hacen un matrimonio hermoso de ver.

Así que la tarde no pintaba tan mala, excepto por la cantidad enorme de tías pasadas de los 70, de las cuales creo que ni la mitad eran mis tías, pero ya así les digo a todas para que no haya pierde, porque obvio que ni las recuerdo, si es que las conozco. No me desagradan los viejitos, que hasta hice servicio social en un asilo, encantada. El problema es que ya no oyen nada, y después de 15 minutos de gritar desaforada a ver si me oyen, me duele la garganta.

Y con Ana ahí, yo lo que quería era platicar de nuestras andanzas, y las dos no somos espíritu puro, así que la mitad de lo que decíamos tenía que verse forzosamente interrumpido porque no era la mejor idea que mis tías se enteraran "lo desatada que estaba esta juventud".

Estábamos esperando e tiempo necesario indispensable para irnos cuando el perro de mis primos llegó a sentarse encima de mi pierna. Semejante animalote empezó a arrastrarme al suelo y como el sofá en el que estaba era todo liso, resbalaba perfecto. Ni de donde cogerme, así que me resigné al azotón. El problema es que caí encima del perro y no le agradó la idea ni un poquito más que a mi. Se puso loco, levantó la cabeza con un ladrido y ahí quedo.

Lo siguiente que siento es la sangre escurrirme por la comisura de la boca y toda la carne del labio palpitándome dolorosamente. Jamás en mi vida me habían roto literalmente 'el oceano pacífico' y nunca creí que la primera vez fuera a ser un perro. Yo ni quería ver que había pasado, porque cometí la tontería de limpiarme la sangre con la mano y verla. Y empecé a sentir que me desmayaba, porque no resisto ver mi propia sangre, pero me tuve que levantar de volada porque mi primo estaba fúrico con su perro y aunque admito que fué su culpa, no quería que le fuera mal por eso.

En la levantaba, obvio que casi azoto de nuevo y entre la mareada, sólo oigo a mi mamá hacer un comentario estúpido para aliviar la tensión. ¿Tensión?, ¡mangos!, ahí seguía, y aparte de adolorida me sentí ligeramente humillada. Y es que mi mamá y mi hermano hacen eso. Para hacerse los graciosos, cuentan todas y cada una de las anécdotas humillantes de los demás. Me parece nefasto, así que evito contarles lo que me pasa, para que no forme parte de su repertorio de "hecerse los interesantes".

Pero ahí estaba. El pretexto perfecto para poner pies en polvorosa. Yo estaba herida, 'mortalmente' si era necesario, Ana obvio que venía conmigo y Rodrigo tenía una cara de "saquenme de aquí" que fué incluido en la fuga en calidad de "si me desmayo, obvio que Ana no puede cargarme". Todo hecho, salimos de ahí, después de despedirnos, mientras que yo me limpiaba la sangre con una servilleta y hielos, porque si yo la veía, me desmayaba... y Rodrigo se mareaba.

Ya saliendo, mi mamá le dice a Ana: "Ay niña, que suerte tienes tu con los accidentes de Isa" y muy linda, mi tía Nora se voltea y le dice, así quitada de la pena "Ahhh. ¿Tu eres la del horno?". Silencio incómodo, no pude menos que aplaudir, cuando Ana se tapó la cara muerta de pena y mi tía se puso colorada con la mortificación de su comentario. ¿Que fué lo del horno? Mi accidente decembrino, para leer aquí.

Llegué a mi casa, Rodrigo y yo nos quitamos la facha formal, nos cambiamos a camisetas. Él se quitó el relamido (gracias a Dios) y Ana se entretuvo cepillándome el cabello y mentando madres a Dove, porque literalmente me hizo mierda el pelo. Dice ella que tenía el cabello más bonito y lustroso que conocía, y el Dove me lo dejo pastosos, pajizo y maltratado. En cuanto me acabe esa botella, regresaré a Elvive o probaré Sedal, pero nunca más el Dove.

Eso si, ninguno de los dos quiso hacerla de enfermera y yo tuve que huir de mi familia y sus remedios familiares, que incluían ácido bórico y azufre. Ya me puse merthiolate, me ardió hasta la pared de enfrente, puse cara de que no me dolía nada... y pasé el resto de la tarde y noche limpiando la sangre que aún me resbalaba por la barbilla.

Ya cuando empezó a anochecer, Ana se fué a su casa, y como mi mamá se fué a acostar a su cuarto y Otto aún no regresaba de la comida, Rodrigo y yo platicamos hasta que se fué a su casa. Y ya solita, empecé con un humor de perros.

...Si, soy un desastre ¿¡y qué!?...

+Muahahaha!+
Risa malvada de bajo presupuesto