Saturday, October 30, 2004

:: t h e . h o r r o r ::

Listening: E Nomine - Vater Unser

Mood: Scared meditation



Dos días, dos películas. El Ojo y El Exorcista. El Ojo me cortó la circulación en el brazo derecho, que de ese lado se me colgó Ana. Por lo menos fue a la derecha, porque a la izquierda hubiera pensado que tendría un paro cardiaco. Aunque... tengo la vaga sospecha de que cuando me espanto, golpeo. No sé porque. Y grito, corro y empujo. Si estoy sola, me rió a carcajadas.



Esperaba realmente más de El Ojo, aunque acabó siendo una película algo cute, con sus dos puntadas. No cómo en la Séptima víctima, que aún puede provocarme una o dos noches de angustias. Es una película horrible, angustiante, espantosa... que recomiendo ampliamente.



Ahora... EL Exoicista... bien, es una película que para empezar, no era para nada lo que me esperaba, pero definitivamente si me hizo saltar un par de veces del asiento, indudablemente. Claro, con mi educación, por supuesto que me puso a pensar en muchos de sus detalles, hilvanados en la trama y que tienen que ver con la fe. No me hagan caso, ¡pero creo que de un momento a otro debo de haberme puesto a rezar! La culpa fué de una sala atascada, que me obligó a sentarme hasta enfrente, en donde mis 180y pico grados de vista periférica estaban acaparados por la pantalla (y los pollos eran más grandes que yo) y 8 años de escuela religiosa, con sus confesiones a mitad de exámenes y misas semanales.



Discusión bizantina entre Bono y yo, y nuestros respectivos credos religiosos. Pero de que disfruté la película, la disfruté. Más porque las 4 hrs anteriores me estuve picando los ojos sin el beneficio de los lentes.



Resulta que ingenuamente creí que SI habría un intento de reunión de jugadores antes del cierre de Vampiros.com.mx y me dí mi sacrosanta vuelta, para ver a quien fuera. Bueno, con 30 minutos de retraso a la hora citada (quien haya ido a una de esas, sabe que pocos llegan a la hora) no ví a nadie, y a la 9 de plano opté por retirarme. Así que me fuí caminando desde Plaza Universidad hasta la verbena de Coyoacan con la vaga esperanza de encontrar algo que hacer.



Pero llegué muy tarde para el concierto popular de Santa Sabina (o al menos, de eso me enteré) y no había puestos, así que tras un par de llamadas para ver a quien podía contactar a fin de coincidir para un café o cerveza o lo que fuera bueno. Al principo, no hallé a nadie en el teléfono. Me cansé de hablar con contestadoras de celular, de mandar mensajes sin respuesta y finalmente mi pila me abandonó. Afortunadamente, Bono me contestó al final, antes de que decidiera que en el mundo no me quedan amigos y fuimos de improviso al cine. La experiencia cinéfila es mala sin palomitas.



Lo primero que nos enseña la lectura es a estar solos.

Jonathan Franzen


Tengo que volver a leer más. Empiezo a depender de nuevo de la compañía de otros, y ya me dí cuenta de que no puedo, ni debo hacer eso. Aún no, además de que en el fondo, me rehuso a hacerlo. Poeque me dí cuenta de que en el fondo, tiendo mucho a ello, y también me he dado cuenta de que una vez que hago eso, la mayoría no sabe que hacer al respecto. Esperaré pacientemente para ver si algún día cambia eso...



I can fly

But I want his wings

I can shine even in the darkness

But I crave the light that he brings

Revel in the songs that he sings

My angel gabriel



I can love

But I need his heart

I am strong even on my own

But from him I never want to part

He’s been there since the very start





+Ciao, ciao!+







::I am the white memory of life,

I am bone::


[Your thoughts]

1 Comments: [Your Thoughts]

Anonymous Anonymous said...

!Lo primero que nos enseña la lectura es a estar solos."
--Jonathan Franzen

Curiosamente... Siempre he pensado lo opuesto. Cuando tenía 7 años, no tenía muchos amigos, mis padres se divorciaron y yo me mudé lejos de mi ciudad natal, mis amigos y mi padre, a Monterrey.

Mi padre me regalaba libros que pensaba me serían útiles, y no todos los leía, pero muchos si. Uno de los que leí con mas gusto fue Los Robots, de Isaac Asimov. Mas de 30 historias de ciencia ficción, cómodamente empaquetadas entre dos pastas blandas, con un robotote verde en la portada. Los libros, durante ese largo año recién llegado del DF, fueron mis compañeros de pláticas, y fueron quienes me enseñaron qué tan grande puede ser el mundo. Y me dieron historias maravillosas, que tenía ganas de compartir con otros...
Curiosamente, otros libros que fueron a dar a mis manos fueron los de "Vive tu propia aventura", de Dungeons and Dragons, publicados por Timun Mas en español. Ellos me enseñaron que los libros no son monólogos. Aprendí a dialogar, a argumentar. A quejarme de los finales y lo cuadrado del cuento.

El tiempo vuela. Para cuando llegué a prepa, leía novelas en días, e incluso llegué a leer en voz alta los cuentos mas emocionantes, con 5 o 6 amigos (que jamás en su vida levantarían un libro por gusto propio) de audiencia. Estaban cautivados por los cuentos, y a mi me agradaba compartir mi vicio, mi placer peculiar, contando cuentos.

El resto de la historia es conocida. Escribo poco, realmente... Pero jamás dejé de contar historias; eso sería impensable. Y fue por esos libros, por "leer en exceso", que tantas palabras se amontonaron en mi cabeza y tuve que dedicarme a contar cuentos.

Con los libros, y por los libros, jamás estoy solo. Los libros son para mí como personas esperando ser escuchadas: solo basta abrir las pastas y leer el interior, para que esas palabras fluyan al éter, rompan las leyes de la física, y nos permitan conversar con alguien que posiblemente está lejos de nosotros en espacio y en tiempo.

Hace tiempo hubo una colecta de papel en mi facultad, cuando aún estudiaba ahi. Mis compañeros comenzaron a reunir libros viejos, muy maltratados, para usar como producto para reciclar. Y estando ahi, intentando arrancar las cubiertas de los libros, me llené de la mas profunda tristeza; simplemente dolía demasiado dañar un libro, al grado de que no podía hacerlo.

Comencé a buscar entre los libros, buscando aquellos que podía rescatar; me llevé de ahi una pila de mas de diez. Me refugié en el salón de clases, mientras el resto seguía en el estacionamiento con la masacre. Y ahi, frente a una amiga, lloré por los libros que destrozaban por un estúpido concurso, con el objetivo final de ganarse una fiesta en un rancho. Lloré, porque para mí eso era equivalente a tortura o violación: era como atestiguar una sala de interrogatorio de la Inquisición, o un campo de concentración Nazi. Destrozaban libros por una razón estúpida. Me gané el odio de la mitad de mi salón por ir contracorriente. No me importó. Rescaté cuantos libros pude. Eso me hizo sentirme no tan mal. No fui a la fiesta cuando mi grupo ganó el concurso 22metros longitudinales de papel vs. 5 metros del 2o. lugar.

Mm... ya asocié libremente en exceso, no?

Mejor aqui le dejo por hoy.

Agersomnia

P.D.: Isa... contagias las ganas de escribir, sabes?

9:40 pm  

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